Capitulo 27

Aixa

Jacob seguía besándome mientras me cargaba, y yo no estaba dispuesta a separarme de él hasta que sentí que alguien me toco el hombro y escuche un gruñido.

—Jacob ya baja a Renesmee ¿sí? —dijo papá

Jacob abrió los ojos de golpe al igual que yo y nos separamos. Ya yo había olvidado donde estaba y por eso me sonroje tanto que parecía un tomate. Jacob me dejo en el suelo y yo tome su mano.

Mire a mamá y a papá que me miraban severamente y luego escuche la risa como de campanitas de la tía Alice.

—Edward, deja a Renesmee en paz

—No—respondió el un poco enojado pero no le hice caso.

Todos se unieron a las risas de la tía Alice cuando papá respondió así y entre risas nos fuimos a casa.

Cuando llegamos recordé que nunca termine de desayunar y ahí note el hambre que tenia. Fui a la cocina—con Jacob agarrado de mi mano—y busque cereal y leche.

Solté a Jacob por unos segundos ya que no podía trabajar con una sola mano. Tome un tazón, eche un poco de cereal y luego lo uní con la leche y me senté a comer.

— ¿Acabamos de salir de una situación crítica y tú piensas en comer?, de verdad que eres única cielo.

Se levanto y me rozo los labios con los suyos.

Estuvimos hablando un rato hasta que termine de comer, luego lave el plato y salimos juntos a la sala de estar donde estaba mi familia con Aixa, ella se estaba despidiendo.

—Renesmee, cariño—me acerque a ella, y la abrace con cariño. Tenía tan poco tiempo conociéndola y ya la consideraba una muy buena amiga.

— ¿Por qué te vas tan pronto? —dije casi llorando.

—Porque ya me corresponde partir querida, vamos a ver que me depara el futuro—de pronto su mirada se torno triste y no quise preguntar el porqué.

Se despidió de todos con un abrazo—menos de Jacob a quien le dio la mano—y salió por la puerta de la entrada a la velocidad de la luz.

—Pobre mujer, los Vulturis la han hecho sufrir—dijo papá en un susurro.

— ¿De qué hablas papá?

—Ness, antes de que tú conocieras a Aixa—empezó papá—ella tuvo una familia.

—El día que la conocí, ella estaba con los Vulturis—dije—, ellos decían que era la nueva integrante de su familia.

—Ella tenía un esposo y una hermana—dijo papá—, pero los Vulturis acabaron con ellos. Ella es de Londres, Inglaterra y tienes unos cincuenta años.

— ¿Qué mas me puedes contar de ella papá?

—Ella vivía con su esposo y su hermana en Londres como ya te había dicho, tenía poco meses de una vida como la nuestra y ya había conseguido el amor como quien dice. La convirtió su esposo, que se llamaba Robert.

“Hace no más de tres meses, se dio cuenta que los Vulturis la estaban espiando y averiguando sobre su vida por su muy útil habilidad, ya que a ellos les serviría. Los Vulturis fueron a llevársela ya que ella pensaba huir de Londres para evitar un encuentro con los Vulturis.”

“Su esposo y su hermana se negaron a que se la llevaran de su lado, y por oponerse acabaron con ellos. Desde ese día Aixa les guarda rencor a Aro más que todo y esa es una de las razones por las que nos ayuda desde el día en que te conoció”  

— ¿Hay otra razón de que nos ayude?

—Su enorme corazón, ya que por lo que viste estos últimos días es muy generosa y dulce, Ness.

Pobre Aixa, había sufrido por esos Vulturis que lo único que quieren hacer es desgraciarle la existencia a todos y solo por su sed de poder. Por lo menos ella había encontrado una manera de cobrárselas a Aro, pero pobre de todo el que no ha podido vengarse de esos chupasangres—como diría mi Jacob—que solo molestan para aumentar su guardia y su ego ya muy elevado.

—Pobre Aixa—dije en un susurro y Jacob se acerco para abrazarme.

—Sí, pero ella ya se siente en paz con lo que logramos hoy querida. En estos momentos este camino a Denali a verse con Tanya para unirse a su familia—dijo mamá

— ¿Cambiara su dieta? —dije, ya que sus ojos son rojos.

—La volverá a retomar—dijo papá—, siempre fue “vegetariana” pero los Vulturis la hicieron cambiar.

—Comprendo—dije

Aixa al fin sería feliz con los de Denali, eso me alegraba ya que ella nos ayudo demasiado sobre todo a mí en estos últimos días.

Todas las piezas del rompecabezas encajaban solas una por una, y la vida de cada quien mejoraba con el tiempo. Yo y mi familia éramos felices y un presentimiento me decía que seria así por mucho tiempo.

Y el mismo presentimiento me decía que Aixa sería tan feliz como nosotros ya lo éramos.