sábado, 3 de diciembre de 2011

Capitulo 2 "Nahuel"

Pov. Caroline.


Me removí sobre la superficie suave, que suponía era una cama. Abrí mis ojos con pereza. Una molesta luz me hizo volver a cerrarlos con fuerza y llevarme instintivamente el brazo izquierdo para poder proteger mejor mi vista. Me moví inquieta y sentí una punzada en mi cabeza. Gemí molesta.

-Debí suponer que esto te molestaría. Ojos humanos siempre tan sensibles - escuche una voz profunda y varonil, que me hizo abrir los ojos de golpe para encontrarme aun con mi brazo y quedarme tiesa en el lugar. No la reconocía.

Pasado un segundo mi cuerpo reacciono y me senté como resorte. El brusco movimiento hizo que sintiera un intenso dolor en mis sienes. Me dejo desorientada y todo empezó a darme vueltas, busque apoyo con mis manos pero antes de poder recuperar mi equilibrio o caerme, fui tomada por los hombros, el tacto era un tanto frio, pero cálido a la vez.

Parpadee desorientada repetidas veces y poco a poco mi visión se fue volviendo cada vez más clara. Lo primero que visualice fueron sus intensos ojos cafés, cálidos y penetrantes. Me quede aturdida por unos segundos, no sabía si era por mi desorientación o por su mirada.

-¿Estás bien? – su voz era profunda y muy cálida, mire sus labios sonrosados mientras hablaba.

Yo abrí la boca repetidas veces, no encontraba mi habla, no salía nada de mis labios así que solo murmure un patético y poco trabajado – Ujum – aunque no era del todo cierto, me dolía la cabeza. Pero era soportable.

El sonrió y sus perfectos y blancos dientes formaron la sonrisa más perfecta que había visto en toda mi vida – Tomare eso como una afirmación – sentí como la presión de su agarre se fue desvaneciendo hasta no sentir más sus manos sobre mis hombros.

Sacudí mi rostro y apreté los ojos con fuerza para aclarar mis pensamientos, para ver si por fin mi cerebro volvía a trabajar como debía - ¿Quién eres? – logre por fin decir una frase coherente.

-Tu niñero, pero solo por un rato – soltó con tono de broma cuando alce la mirada para mirarlo de nuevo.

-No te pregunte que eras. Pregunte tu nombre – insiste volviéndome a mirarlo. Estaba sentado frente a mí, a la orilla de la cama, con los brazos cruzados, mientras me observaba con una expresión divertida. Lo detalle rápidamente, su piel era morena clara con un brillo poco común. Sus ojos cafés que se veían menos aturdidores a esa distancia, su nariz recta y algo perfilada, sus labios proporcionados pero no en exceso, perfectos. Su cabello era negro como la noche, lo llevaba recogido en una coleta. Era muy guapo.

-Mi nombre es Nahuel, es un placer…Caroline.

Me sorprendí cuando me llamo por mi nombre - ¿Cómo sabes mi nombre?

-He escuchado tu nombre millones de veces, las últimas horas – señalo a mi lado y seguía la dirección con la mirada, encontrándome sobre la mesita de noche contigua a la cama, un vaso de vidrio lleno de agua. Y una pastilla blanca al lado – Tómatela, hará que el dolor cabeza que seguro tienes, se alivie.

Ignore lo que me pedía, no iba a tomar nada que el dijera - ¿Dónde estoy? – empezando a sentir miedo cuando volví a mirarlo. Hasta ese momento no me había preocupado por la posible gravedad de los hechos. El era un desconocido. ¿Cuidando de mí? Esa era la función de un niñero. Podría perfectamente ser un secuestro, el un violador enfermo. Pero había algo en su mirada que me decía que no debía temer de nada. Podría ser un violador con lindos ojos cafés… aparte esa patética idea de mi mente.

En ese instante me volví a mirar la habitación, estaba a media luz, habían, a cada lado de la cama, unas mesitas de noche de color plata - hacían juego con la cama – sobre estas descansaban dos lámparas blancas que se encontraban apagadas habían retratos de gente que no reconocía. Dos, de las tres paredes estaban pintadas de color negro y otras de color blanco. La que seria lógicamente la cuarta, había sido sustituida. Había un gran ventanal del lado derecho que me dejaba ver los grandes árboles característicos del húmedo y muy verde bosque de Forks, estaba algo claro, aun era de día, pero como siempre las nubes no dejaban al sol regalarlos su vitamina D. Llovía con algo de fuerza, escuchaba el agua golpear el techo y los arboles ser golpeando por la brisa.

El closet y el peinador eran blancos. Había un gran espejo en un rincón de la habitación de borde fucsia con pedrería, al igual que tres cuadros - en diferentes paredes, dos en frente y uno tras de mí - en los que solo se veían figuras abstractas. El edredón era de color rosado en varias tonalidades. Cada objeto mueble hacia juego con el otro y resaltaba de las paredes…

-En la mansión Cullen – escuchar ese apellido, detuvo mi inspección de lugar. Me trajo un recuerdo reciente, muy fresco…

Flashback.

-Caroline soy un vampiro – soltó la oración a una velocidad increíble pero la entendí.

….

Alzo su mano – Dame tu mano – pidió – No te hare daño – prometió.

Le di mi mano de inmediato – Se que no me harás daño.

Ella sonrió a medias – Un gusto, mi nombre es Renesmee Cullen – escuche su voz pero no movió los labios.

-¿Ha…Has sido…tu? – Pregunte tartamudeando - ¿Cómo has hecho eso?

-Sí. Puedo comunicarme sin necesidad de hablar, puedo entrar en tu mente – volví a escucharla en mi mente, afirmando los hechos y bruscamente aparte mi mano de la de ella.

Fin del Flashback.

Mi cuerpo reacciono por si mismo levantándose de la cama, alejándose de ese desconocido. La palabra vampiro no dejaba de dar tumbos por mi mente, cuando me puse de pie observe que traía una de mis pijamas, unos pants cuadriculados de color café y una camiseta holgada negra.

¿Por qué estaba vestida como si estuviese en mi casa?

Tenía cuestiones más importantes que atender que esa incógnita, como: ¿Dónde demonios estaba? ¿Quién era ese hombre increíblemente guapo? ¿Por qué estaba conmigo? ¿Qué hacía en la mansión Cullen? Y principalmente ¿Quiénes eran los Cullen?

-Hey ¿Qué pasa? – pregunto ese que se hacía llamar Nahuel poniéndose de pie.

-¡No te acerques! – exclame en el instante, alzando mis manos al frente.

El imito mi gesto - No hare nada que no quieras. Ahora ¿quieres calmarte?

- ¡No! ¡¿Quién eres tú?! – grite asustada mientras daba pasos atrás por instinto, quería alejarme.

-Ya te he dicho mi nombre. Y por favor no grites.

Ignore lo que me pedía - ¡¿Por qué estás aquí?!

-Hey nena, estoy aquí porque debía evitar esto – me miro fijamente mientras conservaba las manos alzadas y sentí como mi respiración se regulaba junto con los latidos de mi corazón, parecía como si con solo mirarme me calmara, pero yo seguía sintiendo mucho miedo.

-¿Qué es lo que me haces? – pregunte con voz débil.

-Calmarte.

-Responde a lo que te pregunte.

-Ya he respondido – Dio un paso al frente.

-No quiero que te acerques – no entendía porque no podía alterarme.

-No me acercare – retrocedió el paso dado - ¿Lo ves? Nos entendemos mejor si no gritas – sonrió y bajo las manos dejándolas caer a sus costados.

-No me hagas daño – pedí asustada, era un desconocido en un lugar desconocido, muchas cosas en mi contra.

-No lo hare. Ni yo, ni Renesmee.

Renesmee Cullen.

-¿Dónde está Carlie?

-Hablas de Renesmee.

Asentí – Quiero verla ¿Dónde está?

-Afuera – hizo un gesto con su cabeza y me indico la puerta.

Mire la puerta y quise correr pero solo conseguí tropezar, me sentía mareada. Esperaba el impacto contra el suelo cuando el, volvió a sostenerme.

-Tranquila, no tienes que correr. Ella vendrá si tú lo quieres.

-Quiero que pase, necesito que me explique todo. Ella, tu no– dije mientras él me abrazaba a su pecho guiándome de nuevo a la cama, era más alto que yo por varios centímetros. Me sentó donde el había estado anteriormente. Los escuche respirar profundo y murmurar algo como “Delicioso” para luego alejarse.

- Tú me haces sentir extraña. Quiero que te vayas – dije cuando volví a mirarlo.

Estaba parado frente a mí y vi como sonrió de medio lado, parecía que todo lo que hacía le causaba gracia – La mayoría tarda un rato mas en darse cuenta que yo soy lo que los hace sentir así, muy perspicaz, a pesar de estar mentalmente sedada.

-No entiendo bien de que hablas. Solo busca a Carlie – hable seria con el ceño fruncido.

El asintió aun sonriendo, me aturdía un poco aquello. Se alejo de mí a paso lento y cuando toco la perilla se volvió a verme antes de abrirla.

-Un placer conocerte, por si no volvemos a vernos. Espero que sí – dicho esto, abrió la puerta y dejo la habitación.

Me quede mirando la puerta. Estaba realmente confundida y solo podía notar como los recuerdos de mi última conversación con Carlie aturdían mi mente. Como si ya no lo estuviese lo suficiente.

No pasaron muchos segundos para cuando vi a Carlie asomar con timidez la cabeza en la puerta - ¿Puedo? – pregunto con voz suave.

-Supongo – me encogí entre hombros – Es tu habitación, creo.

Sonrió a penas y entro al lugar. Cerró la puerta a sus espaldas y caminando exageradamente lento, se acerco a la cama. Se sentó en la otra punta, lo más lejos de mí. Aun llevaba su ropa de instituto.

-¿Por qué traigo una pijama? – quise saber.

-Fui por un pijama a tu casa. Queríamos que estuviese más cómoda.

-Ok ¿Quién se supone que me cambio?

Se rio – Mi abuela. Tranquila, nadie te ha violado aquí.

Suspire. Aquello era vergonzoso, ni siquiera conocía a la señora y ya me había visto como mi madre me trajo al mundo -¿Qué es todo esto? – pregunte mientras sentía como la sensación de debilidad y mareos pasaba de a poco - ¿Por qué me siento como si estuviese drogada? ¿me sedaron?

Ella rio a penas – No, en absoluto. Es el don de Nahuel. Lo uso contigo.

-¿Don?

-Sí, es su habilidad especial. Es algo que forma parte de los de nuestra…especie.

Asentí. Mientras mi mente empezaba a recordar y maquinar la información. La sensación de mareos paso y sentí como volvía a tener energías. Nos quedamos en silencio alrededor de un minuto.

-¿Te sientes bien? – rompió ella el silencio.

Asentí – Eso creo. Aunque me duele mucho la cabeza.

- Tomate la pastilla que te dijo Nahuel.

-¿Cómo sabes lo que me dijo? ¿Estuviste espiando todo el tiempo?

-No. En realidad, digamos que tengo un oído bastante desarrollado – respondió haciendo una mueca.

Por fin obedecí. Que Carlie me lo dijera ella distinto, yo confiaba en ella. Tome el pequeño vaso de vidrio y la pastilla en mano, para luego llevármela a la boca y beber agua a temperatura natural. Volví a dejar el vaso en su antiguo lugar y regrese mi atención a mi amiga, pero gire mi cabeza muy rápido, sentí una punzada que me hizo gemir de dolor.

Me lleve la mano a la zona del dolor con cuidado, pude sentir zona hinchada entre mi cabello. Hice una mueca - ¿Qué paso?

-Mientras…corrías, te caíste y tu cabeza fue a dar a una roca, quedaste inconsciente por el golpe y aquí estas.

-Oh. Me trajiste a… ¿Qué es este lugar?

-Mi verdadera casa.

-¿Aun estamos en Forks?

Asintió.

-¿Por cuantas horas estuve inconsciente?

- Dos horas. Hemos estado al pendiente de ti, estaba muy preocupada, existía la posibilidad de que perdieras la memoria y aunque al parecer eso es lo que me conviene ahora, no quería tal cosa.

- Carlie… ¿Todo en el bosque fue…real? Es decir no quiero pensar que el golpe me crea recuerdos falsos.

- Recuerdas… ¿Todo? – su tono era algo nervioso.

-Sí. Si te refieres a tu pequeño gran secreto, sí.

Ella hizo una mueca - ¿Tienes miedo?

-No.

-¿Quieres que te lleve a tu casa?

-No.

-¿Quieres volver a dormir? Siéntete como en tu casa.

-No. Gracias, pero no.

-¿Entonces qué quieres? – ahora su voz sonaba desesperada.

-Quiero que me expliques todo – respondí lo más serena posible.

-¿Para qué? Saldrás corriendo de nuevo – dijo con reproche y parecía dolida.

-No, no lo hare – asegure - Si lo hice fue porque me sorprendí. Creo que fue la reacción más normal del mundo. Las cosas que me dijiste, mostraste y hiciste…no son fáciles de asimilar, al menos no para mí. Tengo un sistema nervioso, por si lo olvidas.

-Ya te he dicho todo de mí. Lo mejor será llevarte a tu casa y pedirte por favor, que no digas nada de lo que te dije. Primero quedarías como una completa demente. Segundo podrían sospechar, te pido por el tiempo de amistad que lo guardes por el resto de tu vida. Tercero, no tienes ni porque recordarlo. No volverás a verme, me iré lejos de aquí para que no tengas que sentir miedo.

Me tomo dos segundos darme cuenta de lo que hacía -¡¿Qué?! Esta bromeando ¿verdad? – dije al notar su despedida.

-No. Esto no es divertido para mí – respondió seria.

-Mucho menos a mí. Te estás despidiendo de mí, esto no me causa gracia. Perder a mi mejor amiga no es nada divertido.

-Es lo mejor – se encogió entre hombros.

-No. No lo es…- pensé en algo rápido.

Carlie fuera lo que fuera era mi amiga, había estado conmigo en las buenas y en las malas. Se había emborrachado conmigo en mi pasado cumpleaños y hecho compañía cuando sentía melancolía por mis padres. Me había acompañado cuando mi ex, el idiota de Tyler, me había tronado por una zorra más de la clase. Había visto películas deprimentes conmigo, aguantado mis lágrimas y había comido potes de helado conmigo durante horas. Si, en las buenas y en las malas. Ahora me tocaba a mí, nunca había hecho algo por ella porque nunca parecía necesitarlo. Este era el momento.

- No saldré corriendo lo prometo – hable rápidamente - Ahora dame una segunda oportunidad para asimilar lo que me has dicho – trataba de prepararme mentalmente para todo.

-Antes prometiste no desmayarte y técnicamente lo hiciste – dijo intentando bromear.

-Carlie…

-Mi nombre es Renesmee – me corto - Carlie es el segundo.

-Vale…Renesmee …eres…un…

-Vampiro. Mitad vampiro, mitad humana, si nos vamos a detalles – hablaba de aquello como hablar del clima. Me miraba fijamente, estudiando mis reacciones. Intentaba que mi rostro no le diera señales equivocadas.

Yo lo oía y sonaba tan estúpido - Esta bien, creo recordar lo que me contaste - dije sintiendo como la sangre se disparaba por mis venas, estaba confundida, mas no tenía miedo. Después de todo, ella había estado conmigo todo el tiempo y nunca me había herido, ella no era capaz.

-Puedo escuchar tu corazón, late rápido. Tienes miedo. No tienes que temerme, sigo siendo yo – pidió y vi sus ojos vidriosos.

Me sorprendí por el comentario, pero entendí a que se refería cuando dijo que tenía un oído desarrollado - Lo sé. Es solo que, no puedes pedirme que asimile todo tan rápido. Estoy esforzándome.

-No es necesario, no tendrás que vivir con esto.

-Deja de decir estupideces –la corte molesta - eres mi mejor amiga, obvio que tendré que vivir con esto. Déjame acostumbrarme a todo este rollo, tenme paciencia.

Sonrió ampliamente y todo rastro de tristeza desapareció de su semblante - ¿Estás diciendo que seguirás siendo mi amiga?

-¡Obvio! – Exclame, hablando fuerte. Sentí una punzada de nuevo pero la ignore - ¿Cómo piensas que no?

-Saliste corriendo eso me dio el mensaje equivocado – Hizo una mueca-sonrisa.

-Solo fue instinto de supervivencia. Pero sé que en estos momentos estaría yendo a casa de Charlie o llamándote para disculparme y hablar de nuevo.

Se lanzo a abrazarme, fue un movimiento fugaz, ni siquiera lo percibí. Me dejo aturdida pero no quise que lo notara.

Los vampiros son rápidos. Recordé.

– Sabía que podía confiar en ti. Sabía que tú lo entenderías – murmuraba feliz.

-Puede que mi huida te allá hecho pensar mal, pero ya sabes cómo soy. Me asuste y corrí. Estaba aturdida y sintiéndome demente, eso fue todo.

-Solo creí que te asustaba. No quería que sintieras miedo, no te hare daño. Ni yo, ni mi familia. No atacamos humanos, solo animales. Es nuestra dieta – ella hablaba rápido, ansiosa por soltar toda la información. De nuevo observándome, esperando mis reacciones.

Animales ¿dietas? Ok, aquello era de lo más extraño.

-Te creo – le fui sincera - Ahora déjame asimilar todo – pedí - Tu nombre es Reneesme – asintió sonriendo – Cullen – volvió a asentir – vives en esta mansión de la cual solo he visto una habitación y me hago la idea de cuán grande es – asintió sonriendo – eres…

-Hibrida – completo.

-Tu familia es vampiro.

Asintió – Si. Vegetarianos – recalco.

-Y el chico que me cuidaba ¿es…?

-Nahuel, es como…mi hermano mayor. El también es hibrido como yo.

-Oh. ¿Es como tú hermano? ¿Por qué? ¿Qué es en verdad?

-Un amigo de la familia y gran amigo mío. Lo conozco desde que era pequeña, siempre viene de visita.

-¿Por qué es hibrido como tú?

-Larga historia, pero su madre también era humana. Luego te contare la historia de mis padres con más detalles, es una locura, te confundirás más si lo hago ahora.

Asentí.

Humanos. Vampiros. Híbridos. Me resultaba algo difícil, pero podría con eso.

-¿Ya estas sintiendo miedo?

-No. Más bien estaba pensando…

-¿Qué? – pregunto curiosa.

-Quiero conocer a tu familia – dije decidida.

-¿Conocer a mi familia? – repitió algo sorprendida.

Asentí - ¿Algún problema? Acabas de decir que ellos no me lastimaran, entonces, quiero conocerlos. Creo que es lo más lógico, son tu familia.

-Claro, ellos no te lastimaran. Pero primero…tengo que hablar con ellos – respondió frunciendo el ceño y mirando a un lado, cosa que hacia cuando pensaba detenidamente algo.

-¿Por qué tienes hablar con ellos? ¿Tienen algún problema en conocerme?

-Es que…ellos no están muy de acuerdo con que lo sepas, al menos no todos. Estábamos seguros de que saldrías huyendo de nuevo y ahora reaccionas diferente.

-¿Ellos querían que huyera de nuevo? ¿Acaso no les agrada que yo sea…humana? – me sentí extraña preguntando eso.

-Algo así. Me han dado un sermón que ni te imaginas. He roto las reglas…

-¿Reglas? ¿Los vampiros tienen reglas?

-Solo una y la rompi.

-¿Contarle a tu mejor amiga que eres un vampiro?

Ella se rio – No, exactamente así no va…mas bien, contarle a un humano de la existencia de nuestra especie. Haber dejado ver mis habilidades. Exponernos. Esto es peligroso. Pero tú querías saberlo.

-¿Peligroso?

-Puede acabar mal.

-¿En qué sentido?

-Si decides convivir con mi mundo, hay muchas cosas que debes saber. No todo es bueno aquí, como todo tiene su lado malo.

-Estoy dispuesta a escucharlas. Y no creo que vayas a dejar que algo me pase, así que… confió en ti.

Sonrió -Te contare todo…pero primero, es mejor que conozcas a mi familia.

-Creo que mejor no, si no les voy a agradar. Mejor simplemente me iré.

-No. Ya lo sabes. No hay vuelta atrás. Ahora ellos tendrán que apoyar mi decisión – dijo segura.

Asentí – Bueno ¿Dónde están ellos?

-En el piso de abajo.

-Perfecto. ¿Dónde está la ropa que tenía en el insti? No quiero conocer a tu familia en pijama – comente mirando mi aspecto - Ya de por sí, soy una simple humana al menos debo estar presentable.

Rio a penas -Traje más ropa. Cuando fui por tu pijama traje un cambio más. Supuse que al despertar querrías ducharte, corriste demasiado y pense que desearias refrescarte.

-Sí, eso me caería excelente - murmure avergonzada al recordar como sali huyendo.

-Entonces, dúchate, hay una toalla para ti en el baño. Mientras, yo bajo a prepararlos para conocerte, aunque sé que ellos ya lo saben.

-¿Pero como…? – dije mi pregunta inconclusa para yo misma responderla – Buen oído.

Asintió – Característico de un vampiro.

Respire profundo – Puedo acostumbrarme – ella solo rio.

Me puse de pie, localice mi una de mis maletas al fondo - ¿Qué le has dicho a mis hermanas? ¿Cómo calmaste su histeria? Porque al no verme estoy segura te acosaron con preguntas – quise saber mientras me acercaba y tomaba mi bolsa.

-No vi a tus hermanas.

-¿A Melanie? – volví a preguntar mientras me acercaba a la cama y dejaba descansar mi bolsa sobre la misma.

-No. La casa estaba sola.

-¿Cómo entraste? – pregunte confundida.

-Por la ventana – explico con una sonrisa mientras me dejaba sola en la habitación.

-Supongo que no necesito una escalera – murmure para mí misma.

-¡No te equivocas! – escuche su respuesta y salte sorprendida. Tenía que acostumbrarme a esos nuevos detalles. Cuantas cosas habían cambiado en tan solo unas hora y ahora estaba a punto de conocer a una familia de vampiros vegetarianos. Trataba de no ponerme histérica ante ese hecho y al mismo tiempo sentir que no habia perdido la cabeza.

Saque la ropa que estaba en mi bolso, una camiseta blanca, una blusa verde agua algo gruesa que me serviría de abrigo, hacia un frio de los mil demonios. Un pantalón de mezclilla y mis tenis blancos. Tome mis cosas y busque el baño en la habitación que se encontraba en un pasillo de la habitación.

Cuando estuve lista llame a Car…Renesmee en voz más o menos alta, cuando apareció en mi habitación se veía tranquila. Estaba sonriente.

-¿Qué pasa?

-¡Están de acuerdo! – Exclamo feliz dando saltitos - hable con ellos y están esperándonos.

Respire profundo – Si ellos me odian me sentiré mal.

-Ellos no te odiaran están gratamente sorprendidos por tu reacción. Has reaccionado casi igual que mi madre cuando mi padre le conto de su condición de vampiro.

-¿Ella se desmayo?

-No, eso es lo que hace tu reacción diferente – rio y me halo por el brazo – ¡vamos!

Me deje llevar por ella, la casa era enorme caminamos por un largo pasillo de paredes blancas, habían mas puertas, supuse que mas habitaciones. El suelo era de una alfombra café oscuro. Los cuadros y candelabros de un color dorado. Todo en una perfecta combinación. Aunque no pude apreciar el lugar detenidamente, Carlie me llevaba arrastrada. Llegamos a unas escaletas, de vidrio con hierros dorados, en forma de caracol. Ella soltó mi brazo y gracias al cielo, porque a veces sufría de mal equilibrio, bajamos a un paso pausado.

Al bajar el último escalón alce la vista y vi a su familia, por primera vez. Mi corazón empezó a latir desembocado bombardeando la sangre, la adrenalina ante la anticipación por mis venas. Renesmee volteo y me sonrió infundiéndome valor. La seguí algo tímida hasta acercarme a su familia. Eran ocho, cada uno con su respectiva pareja al lado, lo supe por sus manos entrelazadas, abrazos, o por sus gestos. Al ver sus rostro me quede helada, todos, pero sin excepción poseían una belleza sobrenatural, siempre había pensado que Carlie era simpática y que tenia rasgos poco comunes y muy hermosos pero su familia la superaba por mucho. No pase por alto el color común de sus ojos, ámbar.

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