lunes, 12 de diciembre de 2011

Entre Terceros; Capitulo 4 "Cupido"

Nahuel caminaba en silencio a mi lado, estábamos en la playa de la reserva la Push. Estar allí me hacía sentir paz, ese lugar durante varios años, luego de la muerte de mis padres, fue mi refugio. Allí iba cada fecha donde los extrañaba más que nunca. Por ejemplo: mi cumpleaños.

Llevaba mis converse en las manos y mis pantalones enrollados hasta mis rodillas. El silencio empezaba a hacerse incomodo. Me voltee y él me miraba sonriendo ladinamente, con sus manos en sus bolsillos de su pantalón de mezclilla.

– Parece que no nos quedan temas por los cuales reñir – dije sonriendo.

Escuche como se reía – Eso parece – me tendió la mano y la tome, sin saber muy bien porque. Seguimos nuestro recorrido en silencio, todo iba muy bien hasta que sentí algo perforar mi pie desclaso, observe para notar que había una botella de vidrio partida hundida en la arena. Sentí el dolor de la herida y las palpitaciones en mi pie derecho. Salte y lance una maldición por la molestia.

-Me corte –murmure para mi misma mientras caminaba fuera del agua en dirección a un gran tronco de esos cercanos a la orilla, donde me senté y examine mi no muy grave herida. El no respondió, ante ese acto alce la mirada para ver si seguía allí. Sentí mi respiración cortarse en mi garganta, sus ojos estaban más oscuros de lo normal y miraba mi pie.

Maldita sea, la sangre. ¿Cómo se le olvidaba ese detalle? ¡Él era un vampiro!

Escuche un gruñido.

- No me hagas daño – solté asustada mientras el avanzaba hacia mí, el parecía no escucharme. Simplemente ignoro mi petición y sentí como se abalanzo sobre mí, tumbándome de nuevo en la arena y con un gruñido sus dientes perforaban mi cuello.



Me senté en mi cama como resorte y abrí los ojos como platos, pero tan pronto como los abrí los cerré, una luz segadora los hizo arder y gemí molesta. Mi respiración era errática y mi corazón latía a mil a causa de la nada agradable pesadilla. Y como si fuera poco el sonido de mi despertador que descansaba en una de mis mesitas, me asusto más un segundo después, haciendo que cayera de la cama. Solo pude cerrar los ojos con fuerza y cubrir mi rostro con mis manos, estaba temblando, respirando entrecortadamente y sintiendo un dolor en el brazo que había amortiguado el golpe.

Genial, habia empezado el día con el pie izquierdo, o más bien, con el lado izquierdo de mi cuerpo.

-Joder – murmure mientras me ponía de pie aun adolorida ya asimilando que todo había sido una pesadilla. Por suerte no me había golpeado la cabeza, eso ya sería el colmo. Lleve mi mano y volví a tocar la hinchazón de mi cabeza, había disminuido pero sentía punzadas nada agradables en la misma.

- ¡Caroline! ¡Hora de levantarse! – exclamo…no, eso fue un grito. Que me aturdió y hizo que mis oídos sintieran una punzada - ¿Estas despierta? ¿Tu sola? – Camila se acerco y toco mi frente como si quisiera comprobar que no estaba enferma. Ella me miraba como si tuviera un tercer ojo.

-¡Déjame! - Me queje alejándome. Me dolía muchísimo la cabeza al mismo tiempo el brazo, el dolor iba aumentando cada segundo.

-Uh… te has caído de la cama o levantaste con el pie izquierdo – se burlo de mi mal humor.

-Me caí – murmure a lo que ella empezó a reírse.

-Es que nunca escuchas el despertador, tenía que ser eso – salió de mi habitación y la escuche reír por el pasillo. Bufe y tomando mi toalla que guindaba tras mi puerta, fui directo al baño. Empezando a prepararme para el instituto.

Mi pequeña familia, parecía estar sorprendida por mi “hazaña” del día, haber despertado temprano y sin necesidad de que mi hermana mojara mi rostro con agua fría.

Exageradas.

Mi humor no mejoraba mucho, tome un analgésico y me senté en la sala a esperar que mis hermanas estuviesen listas. Había que admitir que era extraño ser la primera en estar lista para el día.

Mi cabeza no dejaba de rebobinar mi pesadilla una y otra vez.

Nahuel…Sangre…Ataque.

Hice una mueca de dolor al sentir una punazada en mis cienes.

Tal vez había sido muy precipitado sentirme en confianza con él, con los Cullen. Lo había tomado con demasiada calma, concentrándome en Carlie. En mi amiga, no quería herirla con mi rechazo. Pero…

Ellos eran vampiros, vegetarianos o no, eran seres siempre sedientos, siempre deseosos de sangre. Carlie, era uno de ellos, pero había una diferencia; ella era mi mejor amiga, nunca me lastimaría, confiaba plenamente en ella.

¿Pero conocía a Nahuel? No.

Caroline no eres una persona que discrimina a los demás por lo que son.

Oh,vale. Claro que no. Pero esta vez no se trata de su color o nivel social ¡el es un vampiro! Debería haber alguna excepción.

Carlie también lo es.

Ella es mi amiga.

Y él es su hermano, ella no te dejaría en manos de alguien que se atreviera a matarte. El no te haría daño… ¿o sí?

Genial. Ahora ambos lados – el racional y el demente – de mi conciencia dudaban. Nahuel, parecía ser un buen chico y me caía bien, la verdad había descubierto que me gustaba estar con él, a pesar de que solo habíamos compartido un rato. El día anterior había analizado todo lo que sabía, ese nuevo gran secreto, que no me pertenecía pero yo formaba parte de él. Estuve clara, pero ahora dudaba seriamente de mi decisión.

¿Sería capaz de cargar con todas las consecuencias? Arriesgarme a que una situación similar a mi pesadilla se volviera realidad y terminara muerta a manos de un vampiro o que terminaran dándome muerte por ser una humano que sabía demasiado…

Suspire.

-¿Estás bien, cielo? – hablo Melanie quien estaba parada frente a mi, sacándome de mis ensoñaciones. Ese día vestía y lindo conjunto verde.

Asentí de inmediato – Si.

Frunció el ceño y me miro con ojo clínico - ¿Aun te duele la cabeza? - toco mi frente.

-¿Cómo lo sabes?

-Tu humor – respondió riendo.

Medio sonreí – Si, pero ya pasara.

-Bueno cielo, yo debo irme – se acerco y beso mi mejilla, su delicioso perfume lleno mis pulmones. Era parecido al que mama usaba, yo se lo había regalado, era una infantil manera de verla más como a mama.

Mi tía salió de la casa, escuche el rugido del motor de su auto, la escuche alejarse y como siempre que alguno de mis familiares salía en auto, fruncí el ceño. No era solo lo de mis padres, hacia un par de años Karen había salido con uno de sus ex novios y se habían estampado contra un árbol, ella había estado muy grave. Eso era algo que aumentaba mi trauma. Aunque había superado con el pasar de los años, mi temor a los autos. Pero siempre y cuando no fuesen a una velocidad excesiva, ni estuviese lloviendo fuertemente, mucho menos de noche, era muy paranoica con ese tema.

Sentí una vibración en mi bolsillo derecho, mi móvil. Lo saque y mire la pantalla, era un número desconocido, pulse el botón para responder y me lo lleve al oído.

-¿Alo?

-¿Caroline? – esa voz me congelo. No me sentía preparada aun para verlo o escucharlo, seguía dudando de todo.

-¿Nahuel? - solté incrédula.

-¡Chica humana! Buenos días – saludo con un tono alegre. Pero demasiado alto, retumbo en mi tímpano, haciéndome hacer una mueca de disgusto, aleje el teléfono de mi oreja por reflejo.

-Buenos días… ¿Qué ocurre? – Dije con voz baja – Hey habla más bajo, por favor. Me duele la…

-Cabeza, lo sé.

Me sorprendió que supiera - ¿Cómo lo sabes? Ahora también me vigilas ¿en qué parte de la casa estas? – dramatice mirando a todos lados. Aunque era posible que si estuviera viéndome. Los vampiros podían hacer todo.

El rio - En frente, justo en la puerta.

-Sí, claro – solté con sarcasmo - Hablo enserio ¿cómo lo sabes de mi dolor?

-Alice te vio cayéndote de la cama, te pido que te cuides de caer de la cama y es lo primero que haces, chica desobediente – se carcajeo y yo gruñí recordando el comentario del día anterior.

-¿Alice? ¿Me vio? Qué vergüenza – solté sonrojándome.

-Sí, se que estás enterada de su don ¿no?

-Si, Carlie me hablo de todos los dones. Pero no entiendo ¿porque me vio?

-Te metiste en la cabeza de todos, ella no fue la excepción.

No entendí muy bien su respuesta, así que no dije nada mas sobre eso, desvié el tema – Bueno ¿para eso llamabas? ¿Para preguntar algo que ya sabias? ¿Cómo has conseguido mi número?

-¿Siempre haces tantas preguntas a la vez?

– Solo responde mis preguntas – insistí.

-Okok, lo siento. Tu humor es de perros hoy – casi pude ver la sonrisa dibujada en su rostro - Llame para pedirte que abrieras la puerta pues traigo tus cosas y calmantes. Y me lo dio Renesmee.

-¿Estás hablando enserio? – dije mientras me levantaba lentamente del sillón y enfocaba mi vista en la puerta de madera.

-Absolutamente, no creo que sea conveniente que toque la puerta pero si insistes…

-¡No! Mis hermanas podrían verte – sin decir más colgué y rápidamente camine a la puerta.

Respire profundamente, tratando de apartar las imágenes de mi sueño que aparecían frente a mí como diapositivas fugaces. Abrí la puerta. Allí estaba él, con una mano metida en el bolsillo y la otra sosteniendo mis mochilas. Se veía increíblemente bien, con una camisa azul oscuro que se adhería a su cuerpo atlético, y unos pantalones de mezclilla algo oscuros. Cuando me percate que lo había examinado de pies a cabeza sin mucho disimulo mire su rostro y me miraba con ese aire burlón tan propio de él.

-Hola – fue todo lo que dije.

-Hola –me sonrió y alzo los bolsos, entregándomelos.

Tome ambos y los deje en mi hombro derecho, el que no estaba adolorido -Gracias – murmure.

-De nada – saco su mano del bolsillo y me extendió una caja – aquí están las pastillas que calmaran tu dolor de cabeza.

Asentí y con mi mano libre la recibí – Supongo que gracias por esto también.

-Ve adentro y tomate una, se aliviara rápido.

Obediente a lo que me decía me di la vuelta pero pare mi andar en seco y me volví a mirarlo - ¿Nos vemos más tarde? – pregunte sin saber muy bien porque. Quería volver a verlo aunque me diera algo de miedo.

-¿Eso quieres? – pregunto.

Fruncí el ceño – Te lo debo – repetí sus palabras.

El sonrió ampliamente –Bueno, hasta más tarde.

-Luego del instituto – dije para afirmar que el día anterior había hablado enserio.

-Pasare por ti.

Asentí – Saldré algo tarde hoy.

- Lo se. Tengo tu horario – se limito a decir encogiéndose entre hombros.

-¿Cómo lo conseguiste?

-Es el mismo de Carlie.

Asentí de nuevo - Te diría que pasaras pero mis hermanas pueden bajar y creo que si no tenemos una buena fachada para ti no nos conviene que te vean conmigo – explique en voz baja, alerta a algún sonido que me indicara que las gemelas pudieran estar cerca, lo cual era estúpido, el lo escucharía antes que yo.

–Entiendo. Date prisa, tus hermanas casi están listas.

Entre a la casa y deje una mis mochilas escondidas en el cuarto de limpieza, la otra la deje colgada en mi hombro. Fui a la cocina por un vaso de agua y me tome una de las capsulitas blancas que me había traído Nahuel. Deje el vaso en el lava platos y me recosté de espaldas a el mismo.

Había sido realmente considerado traer mis cosas, pero sobre todo que la tía de Carlie lo viera y enviaran calmantes para mi dolor de cabeza. Era muy lindo de su parte, ellos no querían hacerme daño, al contrario. Me sentía mal al desconfiar.

Vamos Caroline decide ahora qué demonios harás – me reprendí mentalmente.

Mira la cajita de pastillas sobre la alacena. Luego mire en mi muñeca izquierda la pulsera de amistad que Renesmee me había dado hace bastante tiempo. Finalmente pensé en lo amables que habían sido los Cullen y…la sonrisa cálida de Nahuel.

Suspire. Me atrevería a confiar ciegamente en ellos.

-¡Buenos días! – saludo Karen entrando a la cocina seguido de Kammy, haciéndome pegar un salto, no las había escuchado bajar.

-Buenos días – murmure tomando el agua que quedaba en mi vaso y escondiendo la cajita de pastillas tras de mi.



Como cualquier mañana normal, mis hermanas me dejaron en el aparcamiento, casualmente, llegue justo en el momento en que Jacob, como hacía a diario, dejaba a Carlie. Al despedirse se abrazaron por más tiempo de lo necesario en un abrazo de “te veo luego” parecía algo mas como “Ya te extraño y aun no te has ido”.

Me acerque a mi amiga quien se quedo embobada viendo como el Volkswagen, se alejaba.

-Hey Carl ¡Buenos días! – exclame cerca de su oído.

Ella contuvo un salto – ¡Demonios! – Exclamo y yo reí – Caroline no te sentí llegar.

-Tengo el presentimiento de que podría caer una bomba nuclear y igualmente, no lo abrías notado – la moleste y ella se sonrojo mientras me fulminaba con sus profundos ojos chocolate - ¿Qué? – Me queje con tono inocente – es la verdad.

Suspiro – Puede que tengas razón – admitió y sonreí triunfante – es que… es complicado – frunció el ceño.

-Tengo un cerebro para entenderlo – insistí – Además, tienes que contarme lo que pasa entre ustedes. Solo confirma mis sospechas.

-¿Sospechas?

Asentí – Se que algo pasa entre ustedes, no hay que ser demasiado inteligente para notarlo – dije rodando los ojos.

Se encogió entre hombros y metió las manos en los bolsillos de su Jean negros, que combinaba con una camisa rosa holgada y unos tenis negros.

-Bueno, en verdad no pasa nada, somos los mejores amigos – su tono fue decepcionado.

-Si claro – solté con sarcasmo – no me lo creo, la manera en cómo te mira es…

-¿Es que?

-Intensa…es como si fueras todo para él. Siempre esta tan pendiente de ti, cuando está contigo sonríe como si se le fuese a romper la cara, cuando te ve se le iluminan los ojos, te cuida, parece que observa con detenimiento cada movimiento que haces, como si le encantara el solo hecho de tu respiración. Exactamente igual que tú con él. No sé cómo explicarlo, nunca vi nada parecido a lo que hay entre ustedes. No habia dicho nada porque pense que era tu primo y esperaria a que tu me lo confiaras, pero ahora que se que las cosas son diferentes...

-No hay nada – replico.

-Oh claro que si, y mucho. Está enamorado de ti, no sé cómo no te das cuenta. Y no sé como él, no nota que se te cae la baba cada vez que esta cerca.

-Tal vez solo estés viendo cosas que no son, me cuida porque tiene un instinto protector, típico de los hermanos mayores – iba a contradecirla cuando me corto hablando de nuevo -… ¿Nahuel estuvo en tu casa?

-Sí, fue a llevar mis cosas y el calmante que por cierto hace milagros, me siento excelente. Gracias de mi parte a Alice y Carlisle.

Sonrió – Que bien que te sientas mejor. Supe también que saldrás con el…

-¿Cómo lo sabes?

-Alice, estuvo mirando tu futuro – conto en voz baja algo avergonzada – espero no te moleste…

-Por Dios, nunca me he planteado si me molesta que alguien mire mi futuro, supongo que no – me reí.

-Demasiada naturalidad de tu parte – rio conmigo – pero me hace muy feliz que te estés adaptando a esto tan…rápido – murmuro cerca de mí.

-Fue el golpe en la cabeza, me ha dejado más loca de lo que estaba – bromee mientras caminábamos bajo la llovizna que había empezado a caer.

-Es posible – murmuro sonriendo.

-Vale ¿puedo saber que vio Alice? – dije con tono bajo.

-Estarás bien, solo estábamos viendo eso.

-¿Hay alguna razón por la cual podría haber estado mal?

-Caroline – trago grueso – como explicarlo, el es ya sabes – dijo mirándome.

-Un… -asintió – dime algo que no sepa – rodé los ojos.

Bufo – Eso es razón suficiente para al menos dar un vistazo para asegurarnos de que este todo en orden ¿no crees?

-El no me lastimara – dije segura.

-Es tan extraño que confíes tanto en el, a penas lo conociste. Es como si algo en ustedes hubiese hecho…clic.

Alce una ceja – Sé por dónde vas y detén tu tren cariño. Te me estés desviado del tema, hablábamos de Jacob Black y tu; Nahuel y yo estamos de mas.

Sonrió triste – Creí que había logrado distraerte.

-Naaah, se necesitan años de práctica las únicas que logran distraerme son mis hermanas. Soy distraída sí, pero solo cuando me conviene – sobreactué una sonrisa angelical y ella rio – Ahora cuéntame.

– No sé por dónde empezar – dijo mientras buscaba sus libros en su casillero, que se encontraba justo al lado del mío.

-Desde el principio – la anime mientras tomaba mi libro de biologia - ¿Cómo se conocieron? ¿Cuándo te enamoraste de el? – empecé a preguntar.

-Jacob ha estado conmigo toda mi vida, desde el día en que nací – dijo en voz baja.

Cerré mi casillero y me gire para prestarle atención -¿Desde qué naciste? Tendría un promedio de diez años cuando eso paso ¿no?

-No, en realidad tenia 17 – suspiro y cuando iba a pedir una explicacion me corto volviendo a hablar – Jacob… tiene 25 años, Caroline. Se que no los aparenta, pero es su edad.

-En realidad si los aparenta un poco, unos 23 para ser sincera, me sorprendio cuando la primera vez que lo vi me dijiste que tenia 18 - confese.

-Jacob no es uno de los nuestros pero tampoco es humano – Conto en tono muy bajo, los demás pasaban a nuestro lado sumergidos en sus propias conversaciones - quiero ser completamente sincera, no lo veras envejecer.

-Joder –murmure sorprendida en un tono aun más bajo, había jurado que Jacob era humano - entonces ¿Qué es? – pregunte mientras la curiosidad me mataba.

-Ese secreto no me pertenece, Line. Espero que lo entiendas pero no puedo contártelo – respondió con una sonrisa que tenía como mensaje un “lo siento” - solo queria que lo supieras, tal vez, mas adelante el me permita contartelo.

Bufe - ¿También tiene vida eterna? Solo responde eso.

-Sí.

Demonios ¿yo sería la única anciana en unos 30 años?

Suspire, la curiosidad empezaba a carcomerme pero debía aprender a respetar lo que ella consideraba que no me podía contar. Pero…más adelante lo averiguaría - Sigue con tu historia – anime.

Asintió - Siempre ha sido como un hermano mayor. Me protege, siempre esta cuando lo necesito, me apoya en todo lo que quiero. Ha sido como esa especie de hermano mayor, que Nahuel, si, representa para mí. Pero con Jake es distinto, simplemente desde hace unos años he dejado de verlo de esa manera…

-Ahora lo vez como…?

-Como el amor de mi vida – admitió con un suspiro triste recostándose de espaldas a su casillero luego de cerrarlo– Lo quiero muchisimo, estoy segura que estoy pronfundamente enamorada de el. Pero el problema es que el me ve como esa nenita que corría tras el jugando a la pelota, no importa cuántos años aparente el simplemente me ve como a Rebecca.

-¿Quién es?

-Su hermana mayor.

Fruncí el ceño – No creo que las cosas sean como dices, he visto la manera en como él te mira.

-Puede que sean ideas tuyas.

-Lo dudo. No suelo equivocarme – replique.

Ella alzo una ceja – Tampoco sueles ser modesta.

Me reí – Lo sé. Pero vale ¿Por qué no se lo dices?

-¿Qué? ¿Qué lo quiero? – soltó sorprendida y abriendo mucho los ojos, me miraba como si tuviera una segunda cabeza.

-Sip – asentí con una sonrisa, dándole ánimos.

-No podría – hizo una mueca – eso podría arruinar el estilo de “relación” – hizo las comillas con sus dedos – que tenemos.

-O tal vez, podrían llegar a una “relación” – imite su gesto – como la que tu quieres.

-No lo sé. Jacob está enamorado de alguien más…

- ¿Tiene novia?

-No – respondió de inmediato – oh eso creo, la verdad no lo sé. Pero sus amigos hablan de una chica todo el tiempo, no la conozco, el solo les dice que cierren la boca y ellos se rien de su broma privada. Y yo solo puedo fingir una sonrisa, conteniendo mis ganas de decirle que lo quiero, por miedo a que se aleje de mi. Nunca hablamos del tema, seria demasiado doloroso para mi escuchar que quiere a otra chica.

-Esto parece telenovela – bufe – no sé porque la gente se da tanto lio con eso de los sentimientos, pienso que están hechos para demostrarse y admitirse.

-No es tan fácil – murmuro mirando al suelo con gesto triste – estoy enamorada de mi mejor amigo – rio a penas – que cliché esta esto.

Sonreí y alce una ceja – Vamos a hacer esta historia aun las cliché haciendo que termines siendo el amor de su vida – dramatice colocando mis manos abiertas sobre mi corazón y suspirando exageradamente – seré su Cupido, solo déjame comprar las flechas.

Me dio un ligero golpe en el hombro izquierdo mientras reía.

-¡Hey! – Me queje – deberías agradecer que hare el papel del niño con pañal, ustedes dos están enamorados y solo están perdiendo el tiempo estando separados.

Alzo una ceja y me miro con una seriedad que me asusto por unos segundos – Tu no harás nada – dijo cada palabra lentamente, como dándome esa orden.

Alce una ceja y la mire divertida – Yo hare que ustedes estén juntos – le hable lentamente y me cruce de brazos, ella rodo los ojos.

El sonido del timbre nos interrumpió.

-Hora de ir a clase – dije acomodando mi mochila sobre mi hombro.

-No hemos terminado esta conversación, tú no harás…

-Llegaremos tarde – interrumpí ignorándola halándola por el brazo para que caminara.

-Caroline – dijo con tono reprendiente.

Me reí – Vamos Carlie, deja de quejarte como anciana – y la arrastre a nuestra primera clase.

Las clases transcurrieron lentamente, pues no teníamos pruebas ese día. Pero al día siguiente tendríamos dos exámenes finales. Carlie no había dejado de pelearme desde mi decisión de ser el Cupido de ella y su “primo”, no tenía la mínima idea de que haría pero solo daría un empujoncito.

Salimos de clases a eso de las tres, debido a que ese era el día donde veíamos más asignaturas, almorzamos en el instituto, estuvimos con nuestros amigos. Típico día normal. Era como si yo aun no supiera el gran secreto que todos ignoraban, todo seguía como siempre, solo que esas cosas de vampiros se colaban en mi mente la mayoría del tiempo.

Cuando Jacob llego por Carlie, ella solo se dedico a mirarme fijamente, en verdad, no podía creer que me creyera tan indiscreta. Yo por mi parte para hacer tiempo y que mis hermanas pasaran por mi, fui a la biblioteca por unos libros y mientras buscaba entre la sección de historia para mi ensayo del Viernes...

-Hola – susurro alguien cerca de mi oído y me sorprendió la rapidez con la que la reconocí.

Salte y me di la vuelta - ¡Nahuel! ¡Demonios! ¡Me mataras de un infarto! – exclame.

-Shhh tranquila – se rio – respira, tu corazón me aturde.

Respire profundamente – Por favor, deja de aparecer así. Hazlo como las personas normales, déjame verte y luego me saludas, ya sabes procedimientos humanos – solté con sarcasmo.

Sonrió y aunque no lo quisiera admitir me quede atontada con la belleza de su rostro, el era simplemente hermoso, uno de los chicos más hermosos que había visto en mi vida, cosa que ni al borde de la muerte admitiría en voz alta.

– Vale, lo siento – se disculpo.

Cerré los ojos sintiéndome tonta por no ser capaz de quitarle los ojos de encima -¿Qué haces aquí? – quise saber.

-Vine por ti – respondió encogiéndose entre hombros.

Asentí – Creí que lo olvidarías.

-Tengo buena memoria – se quedo mirándome por un tiempo que se me hizo demasiado largo, pudo haber sido un simple segundo pero se me hizo eterno su escrutinio, me observaba y parecía estudiar cada detalle de mi cara, como buscando algo. Yo hacía lo mismo con el sin encontrar nada malo, pero el ¿qué tanto miraba? es decir, no es que fuera fea, tenía la suficiente autoestima para no sentirme demasiado pequeña a su lado, pero ¿Qué buscaba en mi rostro?

-¿Qué buscabas? – dijo de repente y me sobresalte.

-¿Qué? – dije como tonta mientras bajaba la mirada aturdida.

-Estas en la biblioteca eso quiere decir que buscabas un libro – aclaro.

Asentí frunciendo el ceño - Un estúpido libro sobre la estúpida 3era guerra mundial – murmure volteándome de nuevo sintiendo un pequeña necesidad de evitar su penetrante mirada– debo hacer un ensayo para el Viernes – le conté.

Se recostó en el estante, junto a mí. Mirándome.

-¿No es malo que te muestres en público así como así? – hable con ansias de distraerme y olvidar lo nerviosa que de pronto me sentía a su lado.

-Caroline, no llevo mi verdad tatuada en la frente – murmuro.

-No lo digo por eso, es solo que la gente empezara a preguntarse quién eres – bufe por lo bajo.

-Seré un chico misterioso, eso aumentara tu nivel de popularidad – vi de reojo su sonrisa.

-No me interesa ser popular. Así que mejor idea una explicación que yo pueda decir cuando Rina Verne o Marianne Reed me lo pregunten.

-¿Quiénes son ellas?

-Las más putas y cotorras de todo el instituto. Te verán como carne fresca y querrán saber quién eres.

-¿Carne fresca?

Alce una ceja – Estas consiente que para los ojos humanos eres jodidamente perfecto, así que no me jodas no te lo diré para subir tu ego.

Se rio – ¿Jodidamente perfecto? ¿También para ti?

Bufe –No hare crecer tu ego, Nahuel – por fin visualice el titulo que buscaba y tome el libro sonriente por haberlo encontrado por fin - Así que si eso esperas, deja de soñar – le dije atreviéndome a mirarlo con una sonrisa sobreactuada.

-No es subir mi ego, me gusta saber qué piensas.

-No me gustaría que supieras todo lo que pienso, así que agradezco que no seas como el padre de Carlie.

Fui a retirar el libro con la Sra. Sarah Evenson, la bibliotecaria de unos 40 años de edad con el cabello castaño y unos cálidos ojos verdes, note como observo a Nahuel detenidamente, seguro dándose cuenta que era la primera vez que lo veía y que no era del pueblo.

-Gracias – dije cuando me devolvió mi carnet.

-De nada, cielo.

Metí el libro en mi mochila - Vamos – murmure desesperada por huir del escrutinio de la Sra. Sarah. Salimos de la biblioteca, yo con paso apresurado, el siguiéndome.

-¿Lo ves? Ya empezaran las preguntas – dije con fastidio volteando a mirarlo una vez que estuvimos en los pasillos.

-¿A qué te refieres? – dijo inocente frunciendo el ceño.

-La bibliotecaria se te ha quedado viendo, tenemos suerte que el pasillo este vacío.

-Deja de preocuparte, eso debo hacerlo yo – murmuro frunciendo el ceño – No quiero que cuando estés conmigo te sientas incomoda, si será así, lo mejor será que desaparezca.

Sentí una punzada en el pecho, me sorprendió el cómo me afectaba la idea de que el desapareciera. No quería eso.

Suspire cansada por mis confusiones – Eres demasiado tranquilo. Solo trato de mantener la fachada.

-Tranquila, todo estará bien. Créeme – me dijo con una sonrisa mientras me miraba.

Asentí no muy segura pero sin poder evitar devolverle la sonrisa - ¿A dónde iremos? – pregunte para cumplir con lo que me pedía.

-La playa, ayer te lo dije.

Las imágenes de mi sueño volvieron y sentí como mi corazón se altero. Detuve mi caminar en seco.

- Hey ¿pasa algo con la playa? – pregunto mirándome preocupado.

-No – corte tratando de controlar las imágenes fugaces en mi mente.

-Pues parece que tuvo un efecto no muy bueno cuando lo mencione – insistió.

-Lo sé es solo que… - Alice dijo que estaría bien ¿de qué me preocupaba? Seguro había sido uno más de mis sueños locos – ¿respetarías el hecho de que no quiero hablar del tema? – pregunte siendo sincera.

Frunció el ceño y miro al frente – Claro, es tu privacidad. Lo respeto.

Sonreí – Gracias, ahora… - Vamos Caroline, confiar en ellos como en cualquier humano, nada va a pasarte – vamos a la playa – concluí cuando estuve segura de que eso era lo que quería.

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