sábado, 3 de diciembre de 2011

Quinientas Rosas; Capitulo 1

Rosas… siempre rosas, una por cada cumpleaños... siempre una más en el mismo día del año...pensaba mientras las observaba desde el sillón.
Siempre tan...blancas, tan perfectas...tan...mortales
. Sabía que en unos días estarían marchitas...era una lástima.
Anton se levantó del sillón con pereza… ¿Cuántas rosas más podría seguir soportando? ¿10? ¿100? ¿1000?
Tomó una de las rosas, la que aún se encontraba en botón y camino a la ventana. La luna llena en lo alto iluminaba el patio donde todo estaba listo para la gran fiesta.
Una voz detrás de él dijo con seriedad:-Lo esperan en el gran salón, señor.
-Gracias-dijo indiferente ante la noticia...todos lo esperaban, los nuevos, los viejos...rostros tan jóvenes que no sabrías que tienen más de 50 años varios de ellos...y los más viejos eran los que más jóvenes se veían.
Quinientos años habían pasado desde que vio el sol por última vez… quinientas rosas llenaban con su dulce aroma su habitación.
Las rosas, tan blancas como su propia piel llegaban siempre a tiempo.
Nunca sabia de quien eran, siempre estaban ahí cuando abría los ojos y nadie sabía cómo habían llegado hasta su cuarto.
Quinientas rosas que solo aparecían como por magia.
Quinientos años… ¿serian quinientas más?
Salió del cuarto con el botón aun en la mano y camino despacio por el largo pasillo...tocaba apenas con los dedos la pared y las puertas en ella aun cerradas...
La más visitada era la biblioteca...miles de libros, tantos que llegaban hasta el techo en grandes torres se encontraban ahí...los había leído todos, algunos más de dos veces.
El cuarto de los retratos permanecía cerrado, cada recuerdo de su vida humana estaba ahí...encerrado.
Su madre, su padre, los retratos de los descendientes de su hermano, todo ahí… a cada nuevo nacimiento una nueva anotación en el gran libro, un retrato cuando tal persona cumplía 18 años... y la puerta se cerraba con llave de nuevo.
Bajó las escaleras lentamente, el vitral le permitía ver el patio de nuevo y noto que todos estaban afuera... eso era diferente. Pero nada le sorprendía ya.
Llego ante las puertas del gran salón y noto que estaban cerradas. ¿Otra fiesta sorpresa?, no...Todos estaban afuera...
Aun así... la curiosidad que no había sentido en años surgió de nuevo y empujo las pesadas puertas que se abrieron de par en par...
La luna inundaba con su luz el vacío salón...solo una figura en medio de toda esa soledad hacia la diferencia...
Apretó sin querer el tallo de la rosa que tenía aun en la mano y gotas de sangre cayeron al suelo.
Conocía esa figura...ahora como un sueño lejano...casi había dudado que existiese alguna vez.
El dolor de un recuerdo enterrado en lo más profundo llego hasta su garganta y una lagrima rodo por su blanca mejilla...después de quinientos años, solo una. Dio un paso hacia ella y antes de poder dar el siguiente ella se encontraba a su lado...

-Miriam-susurro la sentirla cerca.
-Anton, he regresado, he vuelto por ti-ella clavo su mirada en la de él y los recuerdos de aquel primer beso borraron la soledad de tantos años sin ella… quinientos años sin su dulce amor.
Sus labios se encontraron en un dulce y largo beso. La rosa cayó al suelo y con las manos tomo el rostro de su amada manchando la pálida piel con su sangre. Recordaba su voz, su cabello, sus besos… el dulce dolor cuando lo convirtió... y el dolor cuando lo dejo solo.
Nada importaba ya...ahora estaban juntos de nuevo. ¿10? ¿100? ¿1000?


¿Por qué no quinientos más?, no podía esperar. Tenía todo lo que quería ahora... la vida era brillante de nuevo...

-¿Te gustaron las rosas?-preguntó ella con su suave voz.
-Mucho- respondió el besándola de nuevo.

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