domingo, 4 de diciembre de 2011

Desde lo alto; Quetzal Ramirez

Por: Elizabeth Vulturi-Drakul/Quetzal Ramirez

Desde lo Alto


El mundo es un lugar vasto y lejano visto desde lo alto de la mansión...tres grandes pisos elevándose sobre los viejos arboles, parecen arbustos cuando estoy aquí.

La cornisa en que me encuentro es delgada y frágil.
Nunca se cuanto tiempo podrá soportar mi peso...
Lo cual no es importante; lo que realmente importa es la vista desde este lugar.

El viento amenaza con arrancarme del techo y mi cabello ondea cual bandera negra.

Como pirata busco tierra donde atracar...
Un lugar distinto donde desembarcar y quemar mis naves.

Prendo un cigarrillo...el último de la caja...
¡¡¡Perfecto!!!...el último cerillo y el viento no deja de soplar.
Lo enciendo con rapidez...no quiero bajar por otra caja de cerillos...
Por lo menos...no bajaría por esa razón.

Si mi familia me viera aquí empezaría a gritar...
¡¡¡No saltes!!!...(dirían todos en coro)
Es mejor que no aparezcan...sería capaz de saltar solo porque ellos me dicen lo contrario.

Llevo horas parado en este lugar...es realmente hermoso...espero que las nubes me permitan ver el sol ocultarse hoy. Las nubes de tormenta se acercan rápidamente y el sol no parece tener prisa alguna.

Mmmmm...Las primeras gotas caen en mi cabeza y el viento arrecia...
La lluvia se suelta con fuerza pero aun puedo ver la luz del sol a lo lejos.

Cuanto desearía volar y salir de este lugar.

O solo dejar de escuchar esa vocecita que me dice "no saltes"

Saltar...
Que deliciosa idea...
Entregarme al vacio...
Extender las alas en mi mente y dejarme ir...

La cornisa cruje al inclinarme para ver el pasto del jardín.

Deliciosamente tentador...

Me pregunto si me enterrarían ahí donde caiga o en la arboleda tras la casa....o es que saltar seria una vergüenza para la familia y mejor me llevarían al panteón del pueblo...

Ni idea...
Cómo saber lo que pasará después de mi muerte?...
Si demostrarán ante sus "amigos" lo mucho que me amaron...
Si dirán que no saben porque lo hice....
¡¡¡No les daré la satisfacción!!!
Vivir es una mejor venganza.

Lejos el sol parece recoger sus últimos rayos ante las nubes que amenazan con capturarlos...

Hermosa vista en verdad....

Una ráfaga logra hacerme perder el equilibrio y termino sentándome tratando de recuperarlo...
Ahora, sentado donde antes había considerado saltar no puedo hacer otra cosa más que reír...

¡¡¡Maldición!!!...¡¡¡mi cigarro!!!...perfecto...era el último.

Suspiro llenando mis pulmones del frio aire. El grueso abrigo que me cubre mitiga un poco la amenazante posibilidad de hipotermia.

Lo que daría por un café....¡¡¡Mi reino por un café y un cigarrillo!!!! (Grito a la tormenta).
Mi risa se confunde con el sonido de la lluvia contra los cristales de la casa.

Un auto se acerca por la vereda...es negro y grande... ostentoso... es mi padre...el gran doctor... regresando a casa.

No quiero bajar...

De nuevo la idea de saltar resulta tentadora.

Nunca he entendido porque mi padre prefiere ayudar a extraños, y llegar como un extraño él mismo a su propia casa... uno de los grandes misterios de la vida, supongo.

Siento como el abrigo aumenta de peso con el agua...
Se va volviendo incomodo...pero si me lo quito enfermaré.

De nuevo mis pulmones recienten el aire frio que respiro y el dolor en la espalda aparece.

¡¡Diablos!!...extraño mi cigarrillo.

Ruido...alguien está en la buhardilla...
La ventana por donde salí se abre con tanta fuerza que casi rompe los cristales...

¡¡¡BAJA DE AHÍ!!!!
La mirada furiosa de mi padre reta a mi autoconservación.
¡¡¡VEN ACÁ EN ESTE MOMENTO O SABRÁS....!!!


O sabré...siempre la misma amenaza...

Me levanto despacio con el pesado abrigo debilitando mi equilibrio...
Camino despacio por la cornisa y ésta cruje de nuevo.

Mi padre extiende su mano para jalarme al interior...

Extiendo la mía para alcanzarlo...
Justo a un par de centímetros le sonrío...

Su mirada cambia...lo que habría dado por tener una cámara en ese momento...

La calma se apodera de mí y abro mis alas dejándome caer... sabiendo que la mejor venganza se ha realizado...

La tortura de haber estado a centímetros de su hijo y no haber podido detener su caída lo perseguirá por siempre.

Ya no tengo frio...

Ya no siento odio...

Ya no existe el miedo...

Solo el cielo que llora sobre mí y el húmedo pasto en mi espalda.

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