sábado, 3 de diciembre de 2011

Capitulo 1 "Renesmee Cullen"

Pov Caroline.

Me encontraba en el oscuro y frio bosque de Forks, sabía lo que estaba pasando. La situación se había repetido muchas veces. Ahora caminaba hacia la costa de la playa de la reserva la Push, me quedaba allí esperando a que “El” llegara.

No sabía nombre, no sabía descripciones. Solo podía sentir como se sentaba a mi lado y me rodeaba los hombros con su brazo, apretándome hacia él, infundiéndome ese anormal, pero delicioso calor. Simplemente nos dedicábamos a eso, abrazarnos en silencio. Sin hablar. Sin mirar. Solo escuchar el sonido del mar…

Como siempre, me senté en un tronco y me quede mirando la luna, no tarde en sentir como se sentaba a mi lado. Como siempre. Ese sueño se había repetido demasiadas veces, desde hacía unos meses. No era algo diario, pero si muy seguido.



-¡Caroline despierta! – grito alguien despertándome y moviéndome. Tenía alrededor de unos treinta minutos evitando los llamados de mi hermana, hundiéndome casi obligatoriamente en mi sueño, odiaba despertar, quería seguir con “él”.

-Déjame – murmure enrollándome en mis sabanas. Haciéndome una bola mientras esperaba que con eso me dejara seguir con mi delicioso sueño, amaba dormir, oh claro que sí.

-¡Que es tarde, llegaras tarde al instituto!

-No. No quiero ir. Me quedare durmiendo – seguí murmurando y me di la vuelta.

-Debes ir, recuerda que tienes examen con el profesor Stevenson.

-Lárgate Kammy… no iré – abrace mi almohada.

-¡Ahhh! – Su típico grito de frustración - ¡No puedo creer que todos los días sea lo mismo! – exclamo mi hermana frustrada.

-Relájate – escuche la voz de Karen que se fue acercando de a poco - esto tiene una fácil y practica solución – su voz se oía tan contenida y tranquila, eso me asustaba…

Tres…dos…uno.

Mis sabanas fueron apartadas y seguido agua fría en mi cara. Cerré los ojos con fuerza sintiendo como mi sueño se había ido por completo - ¡Ahhhh! – Grite frustrada sentándome como resorte en mi cama y localizando donde estaba Karen – ¡Sabes que odio que hagas eso! ¡Te matare! – salte de mi cama y ella salió de la habitación, empecé perseguir a mi hermana mayor quien solo corría y se reía de mi cara empapada. Me encontré con Melanie en el pasillo quien detuvo mi persecución.

-Caroline ve a ducharte se hace tarde – dijo mientras ella se ponía brillo labial y me detenía con su otra mano libre. Mi tía, hermana de mi padre. Era muy bonita, su cabello que ahora iba recogido en una perfecta coleta, era largo y liso de un lindo color castaño claro, sus ojos cafés y claros, tenía 32 años pero se veía más joven. Esa mañana iba vestida para ir a trabajar; un lindo conjunto falda/chaqueta, de un bonito color rosa viejo y su blusa negra combinando con sus muy altas sandalias. Era una de las secretarias del instituto de Forks, al mismo donde yo iba. Obviamente.

-Pero tía, Karen me mojo la cara – dije con voz chillona haciendo un puchero, armando mi drama.

-Basta de berrinches – reprendió tomando mi hombro con su mano derecha y con la otra guardaba su brillo en su cartera - sabes que de otra forma no despiertas, nunca he visto a alguien con el sueño tan pesado. Por Dios, estos chicos de ahora… - mi tía se alejo bajando las escaleras y siguió hablando sola de cómo habían cambiado las cosas desde sus tiempos hasta los nuestros.

Suspire y mientras aun escuchaba el sonido de sus zapatos en la madera, puse los ojos en blanco – Ya me las pagaras – dije alto y escuche la risa de mi hermana en alguna parte de la casa.

Me duche lo más rápido que pude, seleccione en mi closet una camiseta blanca y mi chaqueta de lana de franjas negras y grises, jeans oscuros y mis converses negros - mis favoritos – deje mi no algo largo cabello suelto. Me mire en el espejo mientras, estaba sentada frente a mi peinadora, mi espejo y me peinaba. Me observe durante unos segundos. Tenía los ojos café oscuro y la piel morena clara de mi madre y el cabello negro oscuro ondulado de papa. Sonreí a medias y deje el cepillo sobre la peinadora. Tenía varias facciones de mis padres, yo era la que más se parecía a mama, mis hermanas tenían un parecido muy inclinado a nuestra familia paterna.

Por reflejo mire la cadena de oro, de la cual colgaba un dije en forma de corazón, también de oro, que tenia grabado “Te amamos, C.” el último regalo de mis padres. Nunca me lo quitaba.

Mis padres; Karina Curilem y Carlos Roses. Murieron en un accidente hacia ya seis años. Iban de regreso a nuestra casa en Seattle luego de hacer unas compras y un camionero borracho se estampo contra su pequeño monovolumen negro. Desde ese entonces, nos mudamos a Forks y vivíamos con tía Melanie. Quien nos había criado y dado todo, con mucho esfuerzo durante los últimos seis años. Yo la adoraba como a una segunda madre se le quiere, ella había sido muy valiente al asumirnos a las tres bajo su responsabilidad. Aunque también el hecho estaba algo ligado al hecho de que ella no podía tener hijos. Con nosotras se graduó en la materia maternidad. Era nuestra única familiar en Forks, el resto de lo que quedaba de mi familia paterna, mi abuela, unos tios y un par de primos, vivian en Seattle y la familia mas lejana que tenia se ubicaba en Mississippi. La familia de mi madre, vivía en California y ni siquiera los conocía. Ni me interesaba igualmente.

-¡Caroline! – escuche la voz de Camila desde el piso de abajo.

Sonreí. Yo le sacaría canas prematuras a la pobre de mi hermana. Me apresure y guarde solo una libreta de apuntes en mi mochila. Era día lunes. Ese día empezaba mi última semana de instituto, estaba muy feliz por ese hecho pero mi felicidad se veía eclipsada por el examen de matemáticas final.

Me apresure a bajar a desayunar y aproveche la oportunidad para darle un zape a mi hermana Karen por venganza breve, ya elaboraría mi artillería pesada, bueno estaba exagerando, tal vez solo sería un pequeño susto a media noche o algo por el estilo. Ella solo me saco la lengua y siguió desayunando. Pase directo al refrigerador saque leche y busque cereal, un tazón blanco, una cuchara y prepare todo rápido, empecé a comer recostada a la alacena.

Karen y Camila ambas de 19 años, comían una al lado de la otra, ambas sentadas en la pequeña mesa de madera que se abría paso en el centro de la cocina. Y como era algo muy común ver, comían en sincronía. Si, era de locos. Pero cuando una masticaba la otra tragaba era algo jodidamente extraño, bueno, cosas de mellizas. Aunque era en esos pequeños detalles que eran iguales, por otro lado, sus personalidades y su físico eran completamente diferentes.

Camila, tenía el cabello largo y negro. Muy hermoso. Casi siempre lo llevaba suelto, como esa mañana, era liso pero con ondas, parecido al mío, su piel era algo morena, herencia de nuestra madre. Sus ojos eran de un café claro y cálido como los de papa. Era menuda y de una estatura promedio. Con facciones parecidas a las de tía Melanie.

Karen, tenía el cabello negro, pero más oscuro que el de Camila y yo, era un negro azabache y lo traía recogido en una coleta, sus ojos al igual que los de su melliza de un café claro, su piel era igualmente morena, igual menuda y un poco más alta que nosotras, y sus facciones eran casi idénticas a las de papa.

-Oye, ¿Le contaste a Melanie que Fred le envió un paquete ayer? – pregunto Kammy a Karen.

Esta asintió mientras seguía desayunando. Fred… el esposo de tía Melanie. Era un completo idiota y para mi gran suerte estaba de viaje hace unos meses por cosas de negocios. Ahora para mi ventaja, el no estaría metiéndole cucarachas en la cabeza a mi tía y esta por ende me dejaría vivir tenía varios planes, ir a la playa, Port Ángeles a ver una película, había una de Ashton Kutchner, tenía que verla ese hombre era tan ardiente…

-Hey ¿estás con nosotros? – Hablo mi hermana chasqueando los dedos frente a mi cara y alzo una ceja – ¿En qué estarás pensando? – se llevo las manos a la cintura, observe su linda y holgada blusa blanca.

- Si - trague - En el problema de la capa de ozono – dije sarcástica – es un tema por el cual todos deberíamos preocuparnos.

Mi hermana rio y me alboroto el flequillo con su mano.

- ¿Nos vamos? – Dijo Karen que daba el ultimo bocado a su desayuno y se colocaba su camiseta morada sobre su blusa blanca – hoy hará un frio de los mil demonios – dijo mientras tomaba su cartera y su abrigo.

Kammy acomodo sus lentes, miro su reloj y tomo las llaves de su escarabajo azul claro – Si, ya es tarde. Caroline, alcánzame mis cosas – le pase su bolso.

Termine rápidamente mi desayuno, tome algo de agua y seguí a mi hermana.

Karen me abrazo - ¿Lindo despertar verdad?

La fulmine con la mirada, ella solo rio y me halo para que caminamos al auto el cual era de ambas. Tía Melanie se iba más temprano, por lo que ellas siempre me llevaban al instituto. Luego ellas se iban a su trabajo, en una biblioteca y librería, las unicas alli en Forks. Aun no habían empezado la universidad, tenían planeado esperar a mi graduación e irnos las tres de Forks. Éramos muy unidas, a pesar de que frustrara a Camila y Karen gozara empapándome la cara, éramos inseparables. Karen puso un Cd de The Black Eyed Peas y empezamos a cantar, mientras Camila se reía de nuestras algo desafinadas voces.

Me dejaron en el aparcamiento justo cuando el sonido del timbre retumbo. Me uní al grupo de alumnos que caminaba al edificio donde tendría mi examen de matemáticas. Suspire. Odiaba esa asignatura. Llegue al aula seguida de otros compañeros y estaba algo llena, al fondo vi la pálida mano de mi amiga señalándome el asiento que había guardado a su lado. Sonreí y camino a ella salude a algunos amigos que estaban con la cabeza entera metida en sus libros.

Exámenes finales con el viejo Stevenson, eso era peor que una película de Saw… Bueno tal vez exageraba un poco, pero daba terror.

-Hola Caroline – saludo mi amiga Carlie con una sonrisa blanca y perfecta.

Carlie Swan. Mi mejor amiga desde el año anterior. Se había mudado a Forks, antes vivía en Brasil, cosa que cambio con la muerte de sus padres. Ahora se quedaba con su tío Charlie, el ex jefe de policía ya jubilado del pueblo. Se encargaba de ella, era su única familia localizable.

Si, ella tenía una familia extraña.

-Hola, Carlie – bese su mejilla.

- Creí que llegarías más tarde, para estos exámenes siempre te quedas dormida – me miro con diversión.

-Los nervios me dan sueño – me queje encogiéndome entre hombros y ella se reía – todos tenemos mecanismos de defensa y ese es el mío.

Ella simplemente llevaba una blusa verde oscuro, manga corta, una falda y una coleta que recogía su hermoso y cobrizo cabello, era como si todo el frio que hacía no le afectara en lo más mínimo.

Tome asiento - Afuera cae llovizna y hace un frio de locos ¿y tu sin abrigo? – Bufe – enserio pareces un oso polar.

Se encogió entre hombros – Te he dicho que el frio no me afecta mucho.

-Yo estoy vuelta un cubo de hielo – dije mientras me abrazaba a mí misma.

Sonrió - ¿Lista para el examen?

- No – fui sincera.

Sonrió – Te dije que podría ir a tu casa a ayudarte con los ejercicios.

-Lo sé, pero no quería que perdieras tu tiempo en vano – me reí – Mis hermanas, me explicaron, ambas intentaron que algo entrara en mi cráneo.

Se rio – Espero que hayan podido.

-See, esperemos – bostece – tu como siempre estas tranquila. Enserio, das miedo, no sé cómo puedes ser tan inteligente.

-Es un don – respondió fingiendo tono engreído.

-Que modesta – bufe.

Se rio - Si, la modestia es el segundo nombre de un Cu… - se cayó de repente.

-¿Qué pasa?

-Nada.

-Te has callado de repente ¿Qué pasa? ¿Segundo nombre de un Cu…? ¿Qué Cu…? – insiste mirándola mientras alzaba una ceja.

Negó frenéticamente con la cabeza – Nada. Es que recordé que aun me cuesta calcular algo en un ejercicio – saco su libreta y la abrió en la mesa y fijo su vista en eso, sabía que estaba ocultando algo.

La verdad siempre había sabido eso. Muchas veces se había cortado como en ese momento, algunas veces decía algo y lo arreglaba hasta hacerme un lio y no entender porque había dicho lo que había dicho. Mi amiga tenía un secreto y no lo quería contar. Respetaba aquello, pero a veces la curiosidad me ganaba.

- Siempre te callas a mitad de frases – murmure en voz baja para que solo ella pudiese escucharme - como si hablaras de más. Sé que me estas escondiendo algo y sea lo que sea quisiera que alguna vez me tuvieras la suficiente confianza como para contármelo – solté harta de que no confiara en mi. Ella sabía todo de mí.

No dijo nada. Yo solo busque mis apuntes y fingí repasar. Escuche un suspiro.

-Estoy cansada de esto. Tienes razón, y no es que no confié en ti es solo que es algo que no solo me afecta a mí – confeso por fin haciendo una mueca mientras susurraba y me miraba.

-¿Es malo? – imite su tono, parecía algo serio.

-Depende del punto donde lo mires – frunció el ceño.

-Soy tu mejor amiga, sé que no lo veré tan mal – la anime.

No hablo. Suspire frustrada.

-Buenos Días. Saquen sus lápices y borradores – escuche la voz del viejo calvo que era nuestro profesor de matemáticas, lo maldije por interrumpirnos.

Ella sonrió de lado – Necesito analizar las consecuencias, dame tiempo – susurro mientras guardaba sus cosas y las hojas de prueba llegaban a nuestras manos.

Carlie salió del examen muy rápido como de costumbre. Yo me tarde una media hora más pero al final tuve todo resuelto y sintiéndome confiada de que había aprobado deje sobre el escritorio la hoja. Salí a toda prisa del lugar buscando a Carlie. Me tomaron por el brazo y me detuve.

-Aquí estoy – parecía nerviosa – vamos a la cafetería, nos están esperando.

Asentí y empecé a caminar entre el montón de alumnos que iban y venían por el pasillo del instituto.

-¿Has pensando las fulanas consecuencias? – dije tratando de sonar despreocupada.

Con el rabillo del ojo vi como se envaro y su rostro denoto tensión – Si. No puedo contártelo – respondió cautelosa, giro su rostro para ver mi expresión.

Puse mi cara sin ninguna emoción, como si aquello no me frustrara. Era su secreto. Respetaba su silencio, pero con las cosas que había dicho estaba empezando a preocuparme un poco. Parecía ser algo muy serio.

¿Qué sería tan serio como para que ella no pudiese contarme?

-Está bien – mi tono trato de ser relajado pero sono a reproche.

Suspiro – No puedo…es decir, no ahora. Tu sabes que hay algo y si no lo cuento las cosas entre nosotras cambiaran y si hablo igual. No tengo salida. Solo confiar en ti – hablaba es voz baja, muy cerca de mí.

Me gire a verla directamente y imite su tono – No entiendo porque tanto misterio ¿estás en un cartel de drogas o algo por el estilo?.

Ok. Ya había empezado a ponerme paranoica.

Su carcajada me hizo dar un salto por la sorpresa, se oía nerviosa pero mi comentario le había hecho bastante gracia, bien por ella, a mí en absoluto.

Gruñí molesta. Sus risas se calmaron pero me observaba con cara una gran sonrisa surcando en sus labios.

-Estás viendo demasiada televisión.

Bufe – Entonces dime de una vez. No daré más conclusiones porque sé que ninguna será acertada.

De la nada su tono volvió a ser preocupado -Tienes razón, no creo que lo adivines.

Suspire - ¿Me lo dirás algún día?

-¡Chicas! – escuche la voz de Michael y me volví para notar que habíamos llegado a la cafetería. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que apenas había notado nuestro avance.

Maldije para mis adentros. Cuando estaba a punto de conseguir algo. Nos interrumpían.

Nos sentamos con nuestros amigos, Yeleh – era menuda de ojos y cabello color café claro – Ginna – cuerpo de súper modelo y ojos verdes acompañados de una cabellera rubia y larga - Y Michael – cuerpo atlético, cabello negro y unos hermosos ojos azules.

Ellos ya tenían sus charolas llenas de frutas, pizzas o vegetales. Carlie y yo, no comíamos allí, ambas lo hacíamos en casa. Nos quejamos de lo complicado de alguno de los ejercicios del examen, nos burlamos de unas minas, lo típico.

-¿Notaste como Joshep Evans no le quita los ojos de encima a Carlie? – comento Yeleh. Sus ojos cafés se centraron en un punto ciego tras de mí, supuse que allí se encontraba Joshep.

Mi amiga se sonrojo – No digas tonterías.

-Es la verdad, a penas entraste a la cafetería centro los ojos en ti – completo Ginna mientras se llevaba una manzana a la boca. Sus ojos verdes parecían fijarse en el mismo punto que Yeleh.

-Da igual, nuestra querida Carl, no tiene ojos para él – mi amigo suspiro de manera dramática - Aunque esta como quiere – ok, les cuento Michael es gay – si jugara en mi liga seriamos la pareja perfecta – suspiro y sus manos estuvieron a los lados de su rostro y cerró los ojos, sonriente. Soñando con su propia historia de amor entre el capitan del equipo de futbol y el.

Imposible.

Yeleh rio - Pues cariñito deja de soñar que él juega en la liga que debe.

Mire a Yeleh fijamente reprendiéndola mentalmente por su comentario. Ella simplemente se encogió entre hombros.

Abrió sus ojos azul zafiro - La verdad da igual – dijo el haciendo un movimiento afeminado con su mano, era demasiado anti parabólico hacían oídos sordos a los comentarios que podrían lastimarlo – Carlie está enamorada de otro chico – Sentí como la misma se tenso a mi lado – pero no nos cuenta - termino fijando sus ojos en Carl, de una manera que podia calificarse como intimidante.

-Sí, pienso lo mismo ¿tienes algún sospechoso? – pregunto Yeleh interesada mientras bebía de su refresco.

El frunció el ceño - La verdad no, al menos no de aquí del instituto.

-Hoy hablan solo tonterías, no estoy enamorada de nadie – se defendió mi amiga.

Yo tenía un sospechoso en mente, pero no lo diría. Hace tiempo había notado lo que mis amigos acababan de decir. Pero ella nunca hablaba de chicos. Su mirada era careciente de emoción con los tíos que la invitaban a salir pero luego lo veía a él… y sus ojos brillaban y su sonrisa era permanente.

-He visto como todos los tíos te invitan a salir y no aceptas a ninguno – intervino Ginna – ni siquiera Joshep que esta tan ardiente como el desierto del Sahara – suspiro sobre actuadamente - Solo hay dos explicaciónes, hay alguien más o eres lesbiana.

Carlie abrió mucho los ojos - ¡Que cosas dices! – todos empezamos a reír, Ginna estaba loca.

Sonó el timbre. Carlie se puso de pie muy rápido, más rápido de lo que creí posible.

-Ya déjense de hacer hipótesis sobre mi vida amorosa – se quejo.

-Estas admitiendo que la tienes – Ataco Yeleh con una ceja alzada.

-Mi único amor es Leonardo DiCaprio – respondió ella – y eso ya lo sabían. No soy lesbiana, así que Ginna no sueñes que no eres mi tipo – rodo los ojos y se rio.

Entramos a la siguiente clase. Literatura. Era una de mis favoritas, pero en esa ocasión no se me fue posible prestar ni un poco de atención aunque lo hubiera deseado mi mente viaja lejos de allí, sacando conclusiones del comportamiento y palabras de mi mejor amiga, pero cada teoría parecía mas poco probable y demente que la anterior, así que opte por convencerla de contarme.

Cuando la profesora Ramírez centro su mirada en el libro mientras nos leía un fragmento de no sé qué cosa, escribí rápidamente en un pedazo de papel

“Me voy a volver loca y hasta saque la teoría que eres una de los cuatro fantásticos. Necesito saber qué es eso que tanto escondes. Sabes que puedes confiar en mí, Carl”

Se lo pase a Carlie, estaba frente a mí. Ella lo recibió y recibí de vuelta el papel más o menos unos diez minutos después. Me encogí al notar como la perfecta caligrafía de mi amiga hacia ver la mía como la de un niño de preescolar.

“Después de clases. Este no es el lugar más adecuado. Ahora pon atención, tenemos examen final pasado mañana de esta lección”

La clase paso increíblemente lento. Trate de prestar algo de atención y tomar algunos apuntes. Cuando por fin sonó el timbre de salida, se nos informo que el profesor de biología no asistiría por lo que ya éramos libres de irnos a nuestras casas.

Por lo que ya sería el momento de que Carlie me contara que ocultaba.

Salimos del aula una a lado de la otra, en silencio. Ella parecía nerviosa y se veía más pálida de lo normal.

- Jacob esta esperándonos en el estacionamiento. Se que tus hermanas salen a la hora del almuerzo, y como aun es media mañana creo que lo mejor es que aclaremos esta situacion de una vez, te llevare a tu casa luego de que... hablemos... – rompió el silencio mientras caminábamos.

Asentí – Hey, calma lo que sea que vayas a decirme no puede ser tan grave como para que sufras un infarto por los nervios - ella sonrió a penas, sus ojos achocolatados resaltaban aun mas en su ahora muy pálido rostro, más de lo normal.

-Es que no te imaginas la bomba que voy a soltarte.

-Dímelo. Te prometo no desmayarme – bromee.

Ella rio nerviosa y cruzo las manos abrazándose con fuerza– Créeme eso espero.

-Anda dímelo, ya quítate ese peso de encima.

-No puedo decírtelo aquí.

-¿Por qué?

-Es delicado.

Visualice a Jacob sonriendo a distancia recostado a Volkswagen rojo, mire a Carlie y como de costumbre se le iluminaron los ojos y sonrió hasta el punto de que muy posiblemente se encalambraran sus mejillas. Ate cabos y concluí.

-¿Estas embarazada? ¿Esa es la bomba? ¿Te has tirado a tu primo Jacob? – fue lo primero que llego a mi mente.

Ella dejo de sonreír de golpe y volvió su vista a mí, abrió mucho los ojos hasta el punto de pensar que se saldrían y su rostro recupero el color pero ahora era de un color carmesí.

-¡No! – exclamo.

Me encogí entre hombros – No lo sé… tanto misterio…

-Si piensas que eso es lo que oculto estas muy equivocada - bufo y camino más rápido.

La seguí - Lo siento, estoy paranoica. Esto es tu culpa sabes que estoy loca y bajo presión empeoro - suspire - además, son primos ya se.

– Ese es otro punto que tenemos que aclarar.

No volvimos a hablar hasta que llegamos donde su primo Jake, era alto muy alto, musculoso, guapo y de una piel morena rojiza muy hermosa. Agregándole que tenía una sonrisa encantadora, llevaba una camiseta blanca que se adhería a su muy trabajado pecho y brazos, a cualquier chica se le caía la baba por él, incluyendo a Carlie y por ende excluyéndome a mí. Ellos eran primos lejanos, pero en el fondo sabia que ellos estaban enamorados. Muy enamorados.

-Hey Jake – salude.

- Caroline – beso mi mejilla y el contacto contrasto nuestras temperaturas el siempre parecía tener fiebre - ¿Te llevamos a tu casa?

-No – corto Carlie antes de que yo pudiese contestar – vamos al bosque.

- ¿Por qué allá? – Pregunto confundido y también yo lo estaba - Charlie dijo que podíamos pasar la tarde juntos el no estará…pensé en ir a…

Parecían novios, siempre juntos, haciendo planes ¿Primos? Sí, claro – sarcasmo mayúsculo.

-Jacob – corto ella y el la miro extrañado por su tono – es importante, llévame al bosque por favor, Caroline va a conocer a Renesmee Cullen.

Jacob abrió muchísimo los ojos pero al instante me miro y trato de disimular - Carlie que… ¿qué estás diciendo? – le susurro.

-Entra al auto – pidió mi amiga y eso hice – Lo que oíste Jake, vamos a acabar con esto. Estoy cansada de esconderme.

Jacob manejaba callado y Carlie igual, me sentía incomoda. Mientras tanto el nombre extraño que había dicho mi amiga rodaba por mi mente una y otra vez. Renesmee Cullen… alguna vez había escuchado ese apellido…en alguna parte. El auto se metió entre la maleza y yo empecé a sentir más nervios de lo normal. Me sentía estúpida, nada podía ser tan malo, pero todo el misterio que ella le daba a esto terminaba poniéndome paranoica.

-Llegamos, detente aquí – hablo mi amiga y Jake detuvo el auto en una especie de prado. Y baje seguida por ella. La llovizna se había detenido.

-Carlie… piensa bien lo que vas a hacer sabes cómo se pondrá… - dijo Jacob desde el auto.

-Lo sé, se que querrán matarme pero ella merece saberlo, confió en ella.

El moreno hizo una mueca – Te apoyare en lo que decidas…

Mi amiga se volvió a mirarme luego de cerrar la puerta – Quiero que escuches atentamente todo lo que voy a contarte, si al final quieres salir corriendo te dejare. Pero si cuentas a alguien lo que te diré, arruinaras mi vida y lo más seguro no vuelvas a verme, así que por favor, te pido que guardes mi secreto como si fuera tuyo.

-Dímelo de una vez me tienes con el alma en un hilo, estoy nerviosa ¿porque estamos en el bosque?

Suspiro – Eres mi mejor amiga, la que nunca creí tener. Te he estado mintiendo y créeme que me he sentido mal, pero de esto se trata esta vida al menos para los míos, debemos mentir para poder socializar… cuando te conocí enserio había momentos en los que quería soltar todo de una vez, pero no podía, aun no debo hacerlo, son las reglas. Si te lo cuento estarás dentro de esto y no abra salida.

- ¡Por Dios, dilo ahora! – exclame histérica.

-Caroline soy un vampiro – soltó la oración a una velocidad increíble pero la entendí.

-¿Vampiro? - pregunte sintiendo una punzada en mi estomago. Nos quedamos en silencio, ella solo me miraba fijamente, como esperando una reacción y en ese momento vino mi reacción: Una risa incontrolable.

¿Enserio creía que me iba a joder con eso? ¿Enserio creía que le iba a creer?

Cuando empecé a reírme su rostro se vio sorprendido y luego frunció el ceño.

-Te digo la verdad y no me crees. Prefieres las mentiras, entonces – murmuro dolida mientras miraba sus botas beige.

Seguí riéndome – Por Dios, Carlie. Si no quieres decirme la verdad, vale. Pero no me jodas, esto es ridículo – seguía riéndome – no esperaras que te crea eso.

Se cruzo de brazos - ¿Quieres pruebas?

Antes de que contestara desaparecio frente a mis ojos, parpadee repetidas veces desorientada. Mire a Jacob y este simplemente estaba recostado a su auto, con sus manos metidas en los bolsillos y con una expresión sufrida.

-¿Dónde esta? – le pregunte.

El me miro – Te está dando pruebas.

Alguien toco mi hombro y voltee de in mediato, allí estaba Carlie - ¿Cómo has llegado tras de mi tan rápido?

-Los vampiros somos rápidos – volvió a desaparecer y mis piernas se sintieron débiles cuando la vi a un lado de Jacob en cuestión de segundos, volvió a desaparecer y aparecer a cada segundo en lugares diferentes. Yo solo podía sentir como mi corazón empezaba a latir desembocado mientras mi cerebro ataba cabos y asimilaba lo que mis ojos veían.

Luego de ese juego de desaparecer y aparecer para hacer estallar mis nervios, se paro frente a mi – Soy hibrida, mi padre se transformo hace más de un siglo. Conoció a mi madre hace once años siendo ella aun humana, permanecio siendolo hasta que se embarazo. Luego cuando nací ella fue transformada, pero herede condiciones humanas. Por eso mi corazón late y tengo una temperatura considerable, poseo sangre y varias características que me permiten encajar con faclidad como una chica mas sin levantar sospechas. Pero también tengo de mi padre, soy rápida, y tengo los sentidos muy desarrollados, puedo escuchar los latidos de tu corazón e incluso puedo escuchar lo que está pasando a metros de acá. Hay un rebaño de venados.

Yo solo observaba en silencio.

-Te estoy dando verdades esto querías. Me estoy quitando la máscara - solto mirandome desesperada.

-Esto es imposible… - dije con voz quebrada.

-Es la verdad... Por favor no tengas miedo - me pidio y se me hizo imposible conceder lo que pedia - Mi familia y yo somos vegetarianos, solo nos alimentamos de sangre de animales. Respetamos la vida humana…tratamos de ser lo más humanos posible. No te haria daño, ellos tampoco.

-Hay algo más que deba saber – dije sarcástica y tratando de controlar el temblor que el miedo habia exparcido por todo mi cuerpo.

Alzo su mano – Dame tu mano – pidió – No te hare daño – prometió.

Le di mi mano de inmediato – Se que no me harás daño - de eso estaba segura.

Ella sonrió a medias – Un gusto, mi nombre es Renesmee Cullen – escuche su voz pero no movió los labios.

-¿Ha…Has sido…tu? – Pregunte tartamudeando - ¿Cómo has hecho eso? - solte sin voz.

-Sí. Puedo comunicarme sin necesidad de hablar, puedo entrar en tu mente – volví a escucharla en mi mente, afirmando los hechos y bruscamente aparte mi mano de la de ella.

Cuando dijo eso solo pude sentir un miedo horrible, un frio en todo mi cuerpo que me decía peligro y corrí lejos de ella, cayéndome varias veces. No sabía si me perseguía o no, pero sentía miedo, mucho miedo. No supe cuando tiempo pase en el bosque hasta notar que me había perdido.

Empezando a llorar por la histeria que me producia el momento me detuve, con mis pulmones necesitando oxigeno con urgencia. Mis piernas dolían.

Mi respiracion se corto cuando escuche un gruñido tras de mí. Entonces vi a un gran animal, tan grande como un caballo, un lobo. Abrí mucho los ojos y me di por muerta, el se quedo frente a mi mirándome, su pelaje era de un oscuro color rojizo, yo solo retrocedía lentamente por solo instinto, fue allí cuando tropecé con algo y lo único que recuerdo es que perdí el equilibrio.

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